Desmenuzaba
trazos de estelas sobre el mantel rayado.
Pegoteaba
lunas de mentiras en el cantero del jardín
y regaba plantas con el agua perdida de mi frente.
De quimeras en estío
de paciencias que engañan se despiertan los días
con ganas de desandar arenas y matar fantasmas.
Con el sol del mediodía
se encienden fuegos de artificio
nada que el vaso de agua helada
(esperando sobre la mesa)
no calme el fulgor del verano que
afuera crece y arrolla cemento y metal,
nada que la cortina azul de la casa
no esconda a mi cara.
Para cuando asome la lluvia
y el olor de la tierra me perfore
estaré con los pies de barro enviando (te) mensajes escritos
con las agujas del reloj que nunca se cansa.